
Santificando el nombre de Dios
La oración que Jesús enseñó comienza con una frase que muchos repiten, pero pocos comprenden: “santificado sea tu nombre”. Esta expresión, lejos de ser una fórmula religiosa, revela una prioridad divina que debería moldear nuestra vida entera. ¿Qué significa realmente santificar el nombre de Dios? ¿Cómo se relaciona eso con nuestra conducta diaria y nuestro testimonio ante el mundo? En este estudio descubriremos que no basta con orar correctamente, sino que debemos vivir de manera que su nombre sea reverenciado. Le invitamos a escuchar esta enseñanza que nos reta a representar dignamente al Dios que llamamos Padre.