Introducción
Un líder cristiano del siglo pasado y su esposa, tristemente, experimentaron la pérdida de tres hijos, uno a sus 18 días de nacido después de una cirugía de urgencia, otro murió a sus 5 años por leucemia y el tercero murió a sus 18 años luego de un accidente.
Este líder cristiano escribió: “La muerte de un niño – de todas las muertes – parece ser la más antinatural y difícil de soportar. Es como poner un punto antes del final de una oración, cuando esta apenas ha comenzado. Es de esperar que los ancianos mueran, pero no los jóvenes que tienen toda una vida por delante – una vida llena de potencial, belleza asombro. La muerte parece un cruel ladrón cuando golpea a los jóvenes. Cuando un niño muere, parte de los padres es enterrada con ellos. Conocí a un hombre que estaba en sus setenta años. Durante nuestros primeros minutos juntos, sacó una fotografía vieja y descolorida de su billetera. Era de su hijo que había muerto casi 50 años atrás”.[i]
Francamente, no importa la edad que tenga, nunca se supera la pena de una despedida. Y entre más avanzamos en años, más tiempo parece que pasamos despidiéndonos de los miembros creyentes de nuestra familia y nuestra comunidad cristiana.
Nos entristecemos en esas despedidas, pero “no como los otros que no tienen esperanza”, como escribió Pablo en 1 Tesalonicenses 4:13, porque sabemos que ese “Adiós” un día se convertirá en un “Hola, que maravilloso volver a vernos”.
En ese día, ya no habrá más despedidas. ¿Cómo sabemos esto? ¿Qué evidencia real tenemos? Bueno, Jesús va a demostrar su capacidad para hacer que eso suceda, Él va a revelar su poder sobre la muerte en cinco oportunidades diferentes a lo largo de su ministerio.
Él está desplegando este poder como un anticipo de su promesa, por así decirlo. Él está demostrando que es la verdad, la resurrección y la vida (Juan 11:25), que Él tiene suprema autoridad sobre el cementerio.
Y una de esas demostraciones de su poder de resurrección está a punto de suceder. Veamos juntos ese evento registrado en el Evangelio de Lucas capítulo 7.
La escena del milagro
Acabamos de ver cómo la palabra de Jesús trajo sanidad al siervo de un centurión. Ahora vamos a ver cómo la palabra de Jesús trae a una persona de regreso a la vida. Retomemos nuestro estudio ahora en el versículo 11:
Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos de sus discípulos, y una gran multitud.Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto. Lucas 7:11-12a
Detengámonos allí por ahora. Necesitamos comprender la escena aquí, antes de profundizar en el texto. Naín existe hasta el día de hoy. Es un pequeño pueblo de unas 200 personas. No hay evidencia arqueológica que sugiera que alguna vez fuera más grande de lo que hoy.[ii]
La idea de que Jesús llegó cerca de la puerta de la ciudad, podría llevarlo a imaginar una gran ciudad fortificada con muros y puertas. Pero este pueblo no estaba amurallado, su entrada era más como una especie de arco de piedra decorado para indicar que había llegado al pueblo.[iii]
Naín no era conocida por nada en particular. De hecho, esta es la única vez que se menciona en el Nuevo Testamento. Posiblemente, esta es la única vez que Jesús la visitó.[iv]
Josefo, el historiador judío del primer siglo, menciona que el pueblo de Naín estaba en el camino entre Galilea y Jerusalén.[v]
En otras palabras, era una pequeña parada en el camino. Nain era solo un pequeño pueblo entre dos ciudades importantes.
Esto hizo acordar de pequeño pueblo de Iowa donde vive nuestra hija menor con su marido y sus dos hijos. El pueblo solo tiene algo así como 1.5 km² y la población es de poco menos de 400 habitantes.
El nombre del pueblo es Middletown, que en inglés significa “pueblo del medio.” Un nombre muy creativo porque el pueblo está literalmente al medio de las dos grandes ciudades de la zona. En Middletown, hay un solo semáforo. Se encuentra en la calle principal.
Cuando los visitamos por primera vez, nuestra hija me dijo que había ordenado una pizza. Le dije que yo iba a buscarla y le pregunté dónde quedaba la pizzería. Ella se rio y dijo: “Está a una cuadra, en la gasolinera”. No me sentía muy optimista acerca de la pizza. Me preguntaba si vendría con una botella de antiácido. La verdad es que estaba muy buena. Tenía una masa casera de masa madre.
Así era el pueblo de Naín. Solo unas decenas agricultores y pastores. Si usted paraba en el pueblo de Nain, era porque probablemente estaba de paso para otro lugar. Digo esto, porque Jesús debe haber tenido una razón especial para salirse del camino y detenerse en el pueblo de Naín.
Aquí se nos dice que justo el Señor estaba llegando a la entrada del pueblo junto a una multitud sus seguidores, cuando otro grupo de personas van saliendo de la ciudad en una procesión fúnebre. Están de camino para llevar al difunto a una de las cuevas de piedra caliza cercanas talladas en la ladera. Allí colocarían el cuerpo, dentro de lo que podríamos llamar una cámara funeraria.
Resulta que en esa cultura, no enterraban a los muertos bajo tierra, sino que ponían los cuerpos en cuevas y luego colocaban piedras en la entrada para protegerlos de los animales salvajes. Una vez el cuerpo se descomponía, recogían los huesos secos y los colocaban en una fosa común.
Así que estas dos multitudes se encuentran en la misma puerta y al mismo tiempo. Y permítame enfatizar el hecho de que esto no fue una coincidencia. Nada de lo que Jesús hace es por accidente. Cada cosa que Él hace tiene un propósito. Incluso durante una tragedia extrema, como en la muerte de un jovencito, hay propósitos que son totalmente desconocidos por nosotros por ahora, pero un día podremos conocerlos.
Mire esta escena nuevamente. Comenzamos leyendo la primera parte de versículo 12:
Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto. Lucas 7:12a
Me encanta esto: “He aquí.” Eso significa “miren. Atención.” Podríamos expresarlo: “Bueno, y quien lo diría. Jesús llegó en el momento justo.”
Déjeme decirle, querido oyente: este funeral resulta ser la razón por la que Jesús le había dicho en algún momento a sus discípulos: “¿Qué dicen si pasamos por el pueblo de Naín?
¿Qué hay allí? Habría dicho alguno. “Nada” La mayoría habría pensado.
Jesús sabía que no era el caso. Observe más de cerca el versículo 12:
Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. Lucas 7:12
Como pastor a lo largo de los años, he estado en varias y largas procesiones fúnebres hasta algún cementerio. Siempre es conmovedor ver a personas en el otro carril reducir la velocidad o detenerse por respeto. En algunas zonas rurales, los hombres se detienen y se quitan sus sombreros para mostrar sus condolencias por la familia y amigos del difunto. He visto algunos con juntar las manos para expresar que están orando por los afligidos.
Ahora, en los días de nuestro Señor, usted no solo se detendría, sino que daría la vuelta y se sumaría a la procesión.
Acompañar un cortejo fúnebre era un acto piadoso de honor y respeto.[vi]
Y evidentemente todo el pueblo ha salido a la procesión. Todos por supuesto conocían a esta mujer. También sabían de la devastación y dificultades que esto significaba para ella en los días por venir.
Una viuda ahora sin proveedor o protector estaría en gran riesgo; al día siguiente ella se despertaría no solo con el corazón roto, sino sola.[vii]
Generalmente y debido al clima, los muertos eran sepultados el mismo día que morían.[viii]
El cuerpo era lavado y ungido con especias aromáticas, después era envuelto en un simple sudario o sábana y la cara se cubría con otro paño.
No lo metían a un ataúd como se suele hacer hoy, sino que lo llevaban en una especie de ataúd abierto más parecido a una camilla; y unos hombres lo cargaban sobre sus hombros. A menudo, la camilla se hacía de mimbre y lucia como una larga canasta.[ix]
Esta costumbre se mantuvo en los primeros años de la colonia en lo que hoy es Estados Unidos, especialmente en las llanuras donde la madera era escasa. He visto fotografías de estas grandes canastas de mimbre, tejidas para sostener el cuerpo hasta su entierro.
De esta práctica antigua surgió una expresión que se usa en Estados Unidos hasta el día de hoy. En inglés, se dice que alguien es un “caso de canasta”, como diciendo que está listo para la tumba. La canasta hace referencia a este tipo de féretro. Esta expresión se usa para describir a alguien que está en una situación irremediable, sin esperanza ni posibilidad de ayuda, un caso perdido.
Esta escena de aquí es un caso perdido. El joven está muerto en la canasta, su madre no tiene esperanza para el futuro y se encuentra llorando con el corazón roto en esta procesión fúnebre”.
Imagínense esto: hay una gran multitud de gente en un cortejo fúnebre y otra multitud que sigue a Jesús, y se encuentran – por designio divino – en la puerta del pueblo al mismo tiempo. Una multitud está dirigida por el Príncipe invisible de la muerte y la otra por el Príncipe visible de la vida. Si Jesús intenta hacer algo al respecto y no puede, entonces todos somos casos perdidos sin esperanza; la vida misma no sería más que una larga procesión fúnebre sin sentido hacia la desesperanza.
El apóstol Pablo tenía razón cuando escribió que si no hay resurrección y:
“Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres.” 1 Corintios 15:19
Este momento en la entrada del pueblo de Naín tiene un un significado eterno.
El milagro de la resurrección
Ahora continuamos leyendo el versículo 13:
Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: “No llores.” Lucas 7:13
Me encanta esto: ¿A dónde mira primero Jesús? ¿A la canasta? ¿A los que la llevan? ¿A la multitud? No, Él mira a la viuda. Lucas dice que Él se compadeció de ella. A propósito, esta es la palabra más fuerte en el idioma griego para expresar su pesar, sus condolencias, su compasión.[x]
Jesús entiende este momento de su vida. Él la entiende y la comprende en su totalidad. Traslada su dolor al centro de Su ser.
Podría expresarlo de esta manera: “Cuando el Señor la ve, su corazón se compadece de ella, Jesús se ve profundamente afectado por ella”.[xi]
Jesús le dice “No llores, deja de llorar, deja de sollozar”. Algunos cristianos han malinterpretado este texto en el sentido de que no se debería llorar en los funerales porque esto demuestra falta de fe.
Jesús no le está diciendo:
- “No llores porque significa que no estás confiando en Dios”.
- “No llores porque verás a tu hijo otra vez algún día”.
- “Deja de llorar. Acaso no sabes que él está en el cielo”.
No, Jesús mismo llorará frente a la tumba de Lázaro. Si Él puede llorar, usted también puede. Esto es lo que está sucediendo: Jesús le dice básicamente: “Deja de llorar porque estoy por hacer algo. Para de llorar porque no quiero que te pierdas de lo que va a pasar a continuación. Quiero que veas lo que está por ocurrir. Mira esto”.
Note lo que el Señor hace a continuación. Leamos la primera parte del versículo 14:
Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Lucas 7:14a
Todos quedaron congelados. Los portadores del féretro están atónitos. La viuda ha parado de llorar. La multitud está sin aliento.
Jesús, el rabino, el Maestro, el Mesías, ha hecho lo impensable. Él acaba de tocar algo impuro y según la ley registrada en Números 11 él también debía quedar impuro por haber tocado algo relacionado con un cadáver (Números 11).
¿Qué está haciendo Él acercándose de esta manera? Jesús ha tocado el féretro de un muerto y ahora está ceremonialmente impuro. Pero ¿Qué pasa si no hay nadie muerto dentro del féretro?
Creo que tan pronto como Jesús tocó esa canasta, incluso mientras extendía su mano para tocarla, el joven volvió a la vida.
Aquí vemos milagro tras milagro: la sangre coagulada ahora está fresca y circulando instantáneamente, el corazón vuelve a latir, el cerebro está funcionando, los pulmones se reactivan; el aliento de vida vuelve a su cuerpo. Este joven ahora está completamente vivo y sano.
Y [Jesús] dijo: “Joven a ti te digo, levántate”. Entonces se incorporó el que había muerto. Lucas 7:14b-15a
El Dr. Lucas utiliza aquí el término médico para un paciente que ha sido curado y está sentado en la cama.[xii]
Imagínese esto: el joven está allá arriba en esa canasta, sobre los hombros de los portadores de féretros donde todos pueden verlo fácilmente y de repente se levanta.
Vaya si esto no detuvo la procesión de inmediato.
Lucas nos cuenta que el joven comenzó a hablar. Esto confirma que lo que ocurrió no fue una extraña contracción del cuerpo, un impulso nervioso o una relajación de los músculos mientras estaba muerto dando la sensación de que revivió. El joven se sentó y comenzó a hablar.
Me encantaría saber qué dijo. Sí era un adolescente, me imagino que lo primero que dijo fue: “Tengo hambre.”[xiii]
Me lo imagino diciendo: “Sáquenme de aquí. Déjenme bajar.”
Hay un momento muy tierno aquí y que es fácil de pasar por alto. Miremos el versículo 15 nuevamente:
Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre. Lucas 7:15
En otras palabras, Jesús lo ayuda a salir de esa canasta. Jesús sin duda le explicó un poco lo que había pasado mientras desenvuelve al joven de su sudario. Me imagino a los portadores del féretro y la multitud muy aturdidos como para ayudarlo, en estado de shock. Y luego Jesús lo trae y se lo entrega a su madre.
Él los vuelve a reunir, ¿puede imaginárselo? Y ¿sabe qué? Jesús un día nos reunirá con nuestros seres queridos que han partido a la presencia del Señor.
El significado del milagro
Lucas termina esta escena diciéndonos que la fama de Jesús se extendió por toda esa región. Tristemente, la multitud pasó por alto el significado de este milagro. Ignoraron lo más importante. Todo esto les habría recordado la historia del profeta Elías cuando resucitó al hijo de la viuda de Sarepta. Así que llegaron a la conclusión de que Jesús era solamente otro Elías por así decirlo, el gran profeta que resucitó al hijo de una viuda.
En el versículo 16 leemos:
Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo. Lucas 7:16
A todo esto, la frase “Dios ha visitado a su pueblo” no significa que creían que Jesús era Dios y los había visitado en su pueblo. Vemos esta frase a través de toda la Escritura cuando las personas reconocen que Dios desplegó su poder en medio de ellos.
Así que la gente se emociona creyendo que un gran profeta ha venido y desplegado el poder de Dios en su humilde pueblo. Pero lo que hizo Jesús fue diferente a lo que hizo Elías. Si alguno de ellos hubiera ido a estudiar su Biblia, se habría dado cuenta de que Elías primero le preguntó a Dios por qué había tomado la vida del niño y luego tuvo que orar tres veces antes de que el niño regresara a la vida. Un milagro estupendo sin duda, pero Jesús simplemente pronunció la palabra “Levántate” y el joven se levantó.
Esta escena se convierte en un anticipo de aquel día cuando Jesús vendrá en las nubes y al decir la orden – que creo que será este mismo verbo “levántate” – los muertos en Cristo resucitarán primero. Sus cuerpos se levantarán de la tumba, serán glorificados y reunidos con sus espíritus que han estado con Cristo desde el momento de su muerte. (1 Tesalonicenses 4:17)
Como el apóstol Pablo dijo: “Estar ausentes del cuerpo es estar presentes con el Señor” (2 Corintios 5:8), o como dijo el Señor Jesús en la cruz justo antes de morir: “Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu” (Lucas 23:46).
¿Puede Jesús ordenar a los muertos que vuelvan a la vida? Absolutamente. Aquí tenemos la prueba. Este es un anticipo de lo que nos espera.
Cuando la vida—tal vez su vida en este momento—parece estar en ruinas, cuando siente que no hay esperanza, sin ayuda y sin salida, recuerde que esta escena es una demostración del poder de Cristo. Un poder que actúa en cada circunstancia de la vida, que lo ordena todo con un propósito y que incluso trasciende esta vida.
Conclusión
Permítanme hacer tres declaraciones finales a partir de lo que vemos en este maravilloso encuentro.
Por más humilde, pequeño o ignorado que sea:
No hay persona o lugar que no tenga importancia para Jesús.
Ni siquiera una viuda en un pequeño pueblo en medio de la nada deja de ser importante para Él.
Un autor escribe sobre esta escena: “Cristo ilumina aún las tumbas del pueblo más pequeño, compadeciéndose de otra alma anónima y derrotando a la muerte incluso en un pequeño lugar como el pueblo de Naín”.[xiv]
No hay persona o lugar que no sea importante para Jesús.
No hay caso o circunstancia que sea imposible para Jesús.
Esta era una escena desoladora, sin esperanza, sin salida posible. Y, sin embargo, Jesús nos da una lección: en lugar de evitarle el sufrimiento a esta viuda, decidió rescatarla después de experimentarlo.
Este puede ser su testimonio como el de la mayoría de los creyentes alrededor del mundo hoy, que son rescatados del sufrimiento, la tristeza y la dificultad, pero solo después de haber atravesado todo eso.
Esto es lo que nos dijo el apóstol Pedro cuando escribió:
Después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. 1 Pedro 5:10
No hay caso o circunstancia que sea imposible para Jesús. Finalmente:
No hay sufrimiento o pena que sea insignificante par Jesús.
Cristo se compadece de nuestras debilidades y dolencias (Hebreos 4:15). De hecho, uno de los sobrenombres de Jesús, por así decirlo, es “Varón de Dolores” (Isaías 53:3).
Jeremías escribe que sus misericordias son nuevas cada mañana (Lamentaciones 3:23).
Él no ignora su tristeza. Él está allí con usted compartiendo sus cargas. Piénselo de esta manera, esta fue la realidad de esta madre en el pueblo de Nain y es la realidad para usted también hoy.
Su corazón está con usted. Él entiende su dolor, Él siente lo que está sobrellevando y se compadece de usted. Sus misericordias son nuevas cada mañana para usted. Esto no es solo un versículo abstracto de la Biblia. Eso no es solo un atributo divino que está por allá lejos. Este es un atributo de Cristo para vivirlo hoy.
¡Esto es Él para usted!
Y entonces un día, Él personalmente le dirá a usted: “Te invito a salir de ese cortejo fúnebre en el que has estado toda tu vida, y bienvenido a esta reunión. Bienvenido a tu nueva vida. Bienvenido al gozo de tu nuevo hogar eterno”.
[i] Adaptado de R. Kent Hughes, Luke: Volumen 1 (Crossway Books, 1998), pág. 261
[ii] Charles R. Swindoll, Insights on Luke (Zondervan, 2012), pág. 171
[iii] Ibíd.
[iv] Adaptado de R. C. H. Lenski, The Interpretation of St. Luke’s Gospel (Augsburg Publishing, 1946), pág. 402
[v] Citado en Ivor Powell, Luke’s Thrilling Gospel (Publicaciones Kregel, 1965), pág. 166
[vi] Adaptado de David E. Garland, Exegetical Commentary on the New Testament: Luke (Zondervan, 2011), pág. 302
[vii] Hughes, pág. 262
[viii] Lenski, pág. 398
[ix] William Barclay, The Gospel According to Luke (Westminster Press, 1975), pág. 88
[x] Barclay, pág. 87
[xi] Hughes, pág. 262
[xii] Fritz Rienecker y Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 158
[xiii] Adaptado de Hughes, pág. 264
[xiv] Seth Davey, Revista Heart to Heart “Down to Earth” (Wisdom International, 2021), pág. 20