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Cuando servir a Jesús no es suficiente

Puedes estar haciendo muchas cosas por Jesús… y al mismo tiempo estar perdiéndote de lo más importante. En esta enseñanza basada en Lucas 10:38–42, exploramos la historia de Marta y María, dos hermanas que recibieron a Jesús en su casa y respondieron de maneras muy distintas. A través de esta escena cotidiana, el Señor nos muestra una verdad profunda sobre el servicio, la devoción y las prioridades del corazón. Descubramos juntos lo que significa realmente escoger “la mejor parte”.

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Introducción

He leído que cuando la reina Isabel II visitó los Estados Unidos, trajo consigo prácticamente todo lo que pudiera necesitar. Trajo dos toneladas de equipaje, incluyendo dos atuendos para cada ocasión, casi 19 litros sangre en caso de emergencia, su propio peluquero, dos asistentes personales y todo un equipo de empleados para atenderla.

Incluso una visita breve de la realeza a otro país puede costar más de veinte millones de dólares.[i]

Uno puede imaginarse toda la planificación, los horarios, la seguridad… Cada lugar que visitaría recibiría con mucha anticipación el aviso de su llegada. Se prepararían discursos con esmero y todos los dignatarios tratarían de asegurarse el mejor lugar en la fotografía oficial.

Eso me hizo pensar: ¿y alguien de ese calibre, con esa autoridad, decidiera visitar tu vecindario? ¿Y si se estacionara en tu cochera y golpeara la puerta de tu casa? ¿Le abrirías la puerta?

Tal vez te ha pasado que un día te llegó una visita de sorpresa. Hace poco, un hermano de la iglesia apareció una noche en nuestra casa con una docena de donas. Ya me había puesto ropa cómoda: un pantalón de buzo y una camiseta vieja. ¿Le abro la puerta? ¿Mencioné que traía donas?

Pero imagina si fuera la realeza quien te visita. Si su séquito estuviera esperando al frente de tu casa, ¿qué harías?

¿Qué haría si el Señor mismo apareciera en tu casa, sin previo aviso, y tocara a la puerta? No has tenido tiempo para prepararte.

Una vez, una maestra de escuela dominical les estaba contando a sus alumnos de 4 años sobre el día en que Jesús visitó inesperadamente un hogar. Entonces preguntó: “Niños, ¿Qué harían si Jesús llegara a su casa?” Un niño levantó la mano y dijo: “Pondría una Biblia sobre la mesa de centro”.

Un niño inteligente.

Algo parecido ocurrió, de hecho, y lo encontramos en la biblia. El visitante inesperado no era un vecino, ni la reina de Inglaterra. Era el Rey del universo… el Señor Jesucristo.

Permítame mostrarle cómo respondieron dos hermanas… y lo que hoy podemos aprender de ambas.

Estamos de regreso en el evangelio de Lucas, capítulo 10, y ahora llegamos al versículo 38. Me gustaría dividir esta visita sorpresiva en tres escenas. Quiero llamar a la primera escena:

La invitación

Leamos el versículo 38:

“Mientras iban de camino, Jesús entró en una aldea; y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.” Lucas 10:38

Esta frase, “mientras iban de camino”, podría traducirse como: “Mientras iban de viaje, Jesús entró en una aldea.”

Lucas está preparando el escenario para una visita inesperada. No se nos dice si venía con los 72 discípulos, con sus 12 discípulos más cercanos, o si venía solo.[ii]

Y el comentario de Lucas, al decir que Marta lo recibió en su casa, no implica necesariamente que los discípulos tuvieran que quedarse afuera.

Lo más probable es que Marta fuera soltera, que viviera con su hermana María—también soltera—y con su hermano Lázaro, quien no se menciona en esta escena. Marta parece ser la encargada del hogar.

Ella está recibiendo a un invitado de honor, alguien a quien ya conoce y en quien cree, porque en breve lo va a llamar “Señor”.

Y al recibirlo, también está recibiendo al grupo que lo acompañaba. Por cierto, el hecho de que Marta se vea pronto abrumada indica que estaba preparando la cena para más personas, no solo para Jesús.

Permítame hacer una pausa aquí para señalar algo importante: con demasiada rapidez se critica a Marta por quejarse ante el Señor, cuando en realidad deberíamos alabarla por haberlo recibido en primer lugar. 

Ella abrió la puerta principal. Y seguramente se preocupó de ordenar la casa si estaba desordenada; seguramente hizo cuentas mentales al instante sobre cuánta comida probablemente tenía que ir a comprar. Pero aun así… les dio la bienvenida.

Cuando Marta invitó al Señor a su hogar, su mente debió comenzar a correr con mil detalles al mismo tiempo.

Déjeme decirle algo: este es otro pasaje en el evangelio de Lucas que muchas veces se malinterpreta. Somos muy prontos para criticar a Marta por haberse quejado, pero no consideramos bien el contexto. Y al hacerlo, pasamos por alto su aporte… y terminamos haciendo una aplicación equivocada.

Un comentarista protestante escribió que María representa a la creyente genuina, y por lo tanto, deberíamos imitarla.

¿Eso significa que los creyentes genuinos no cocinan, no limpian, ni se ocupan de los invitados? ¿Que solo se dedican a estudiar la Biblia y orar?

Curiosamente, esa interpretación coincide con la posición de la Iglesia Católica Romana, que ha usado este pasaje para sostener que los monjes, al entrar al monasterio para orar, ayunar y estudiar todo el día, son más espirituales que el resto de las personas.

Es interesante conectar este evento con lo que ocurrió antes, en Lucas capítulo 7, donde un fariseo invitó a Jesús a cenar en casa. Al final, el Señor lo reprende por haberlo invitado pero no haberle mostrado cortesía: no lo saludó con un beso, no le ofreció agua para lavar sus pies, ni otras atenciones básicas para un invitado. Fue una manera deliberada de menospreciarlo.

El problema no era que Marta estuviera sirviendo en la cocina; al fin y al cabo, alguien tenía que hacerlo… o nadie habría comido esa noche. El Señor no corrige el servicio de Marta tanto como su actitud. El problema no era su preparación, sino su prioridad.[iii]

Así que, desde el comienzo de esta escena, no pase por alto el hecho de que el servicio de Marta surgía de su amor por el Señor, al igual que la atención de María.

Note el versículo 39:

“Ella tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.” Lucas 10:39

En aquellos días, sentarse a los pies de un rabino o maestro respetado era la posición oficial que tomaba un discípulo o estudiante.[iv]

En Hechos 22:3 se nos dice que el apóstol Pablo fue instruido “a los pies de Gamaliel”, lo cual implica una educación formal.

Así que, cuando leemos que María se sentó a los pies de Jesús, eso significa que Jesús comenzó a enseñar. Esto no era una charla ligera mientras tomaban un refresco; era una sesión formal de enseñanza. Podríamos decir que era una clase o conferencia. Y en ese momento, todos se habrían sentado a escuchar, y María estaba entre ellos.

Otra mala interpretación común de este texto es suponer que María nunca ayudó a Marta en nada. Que desde el primer momento se sentó a los pies de Jesús y la dejó sola en la cocina.

Pero eso no fue lo que ocurrió. Hubo algún tipo de transición. Primero recibieron a Jesús—seguramente le lavaron los pies, lo saludaron con las costumbres tradicionales, que el fariseo no se había dignado a seguir—y luego de todas las presentaciones, Jesús pasó a un modo formal de enseñanza.

Y sabemos que esa transición ya se había dado por la queja de Marta.

Pasemos entonces a la segunda escena, a la que llamaremos:

La interrupción

El versículo 40 nos muestra lo que estaba ocurriendo en la mente y el corazón de Marta. Y para empezar, observe simplemente la primera frase:

Pero Marta estaba distraída con muchos quehaceres.” Lucas 10:40a

Ahora bien, la típica idea es que ella estaba mal por estar tan ocupada sirviendo al Señor.”

Pero, ¿en serio? Si es así, entonces muchos de nosotros estamos en serios problemas.

La verdad es que el Señor nos elogia por servir. De hecho, nos creó para servirle mediante buenas obras (Efesios 2:10). El apóstol Pablo le dice a Tito que enseñe a los creyentes a estar comprometidos con hacer buenas obras (Tito 3:8). Y en Romanos 12:13 se nos manda a practicar la hospitalidad.

Eso es justamente lo que Marta está haciendo. Una vez más, el problema no eran sus acciones… el problema era su distracción.

La palabra que usa Lucas aquí, al decir que Marta estaba distraída, literalmente significa que estaba siendo arrastrada, mental y emocionalmente. Las acciones de Marta no eran incorrectas; su actitud, sí.[v]

Hasta este punto, María había estado ayudando a Marta con todas las necesidades inmediatas de la hospitalidad. Si estaban preparando una comida tradicional, eso implicaba varias horas de trabajo duro.

Había que moler el grano para hornear el pan; hervir la carne, lavar y picar vegetales, y luego agregarlos al guiso típico de una cena en tiempos del Señor.[vi]

Y en algún momento, entre picar el repollo y lavar las zanahorias, Marta se dio cuenta de que María ya no estaba en la cocina. Fue a buscarla… y la encontró, nada menos que sentada. Escuchando a Jesús.[vii]

Eso fue demasiado. Marta se levantó, se acercó y literalmente interrumpió la enseñanza del Señor. Detuvo todo en seco con su comentario en el versículo 40:

Y acercándose, dijo: ‘Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado servir sola? Dile, pues, que me ayude.’” Lucas 10:40

O sea, ella estaba trabajando conmigo, y luego me dejó sola con todo esto; dile que vuelva y me ayude.

Ahora bien, hay un elemento muy importante en este contexto que nos ayuda a entender mejor la situación: los estudiosos de la Biblia señalan que este evento ocurrió durante la Fiesta de los Tabernáculos, o justo antes de la fiesta.

Esta era una celebración anual en la que todo se simplificaba. Los judíos fieles construían pequeñas enramadas en sus patios y pasaban allí las noches, recordando la maravillosa liberación de Dios de Egipto, y Su provisión durante los años en que vivieron al aire libre.

Este no era un tiempo para una comida elaborada; era, como escribió un autor, un tiempo para comer algo sencillo… como un sanguchito.

Pero Marta, guiada por su temperamento y personalidad no pudo evitar querer preparar un banquete. Ella amaba hacer eso para los demás. Esa era su manera de mostrar cuánto le importaban las personas; y simplemente no pudo rebajarse a preparar algo tan sencillo como un sanguchito. En su mente, su invitado no era cualquiera… era el Señor del universo. No iban a servirle pan con jamón.

Durante esta semana festiva, la comida típica consistía en frutas y verduras: cosas sencillas, fáciles y rápidas de preparar. Pero como Marta estaba dejando que su carne dominara su don, avanzó a toda marcha… y se perdió este momento único de aprendre a los pies de Aquel que había venido a libertarlos, de una vez y para siempre.

Pero hay otro problema escondido en la queja de Marta, y es uno que sigue apareciendo en nuestras vidas hasta el día de hoy. Ella dice: “Señor”—leo otra vez en el versículo 40—“dile a María que me ayude.”

En otras palabras, mándala de regreso a la cocina.[viii]

O sea, lo que ella está haciendo no es tan importante como lo que yo estoy haciendo. Señor, tienes que hacer que ella te sirva como lo hago yo. Señor, ella tiene que ver la necesidad como yo la veo. Señor, tiene que pensar como yo pienso.

Antes en este mismo capítulo, el Señor les dijo a sus discípulos que oraran para que Dios enviara obreros al campo. Pero aquí debemos tener cuidado, porque a veces, cuando le pedimos al Señor que nos mande ayuda, en realidad estamos quejándonos de que Él no hace que los demás piensen como nosotros, ni vean la necesidad como nosotros la vemos.

Si nos apasiona un área del ministerio, suele surgir ese pensamiento: “Señor, ¿por qué los demás no lo ven como yo? ¿Por qué no sienten la carga por este ministerio como yo la siento, ni sirven como yo sirvo?”

En esencia, lo que estamos haciendo es quejarnos ante el Señor, con el mismo espíritu de Marta, porque Él no está logrando que nuestros hermanos y hermanas en la fe piensen como nosotros, sirvan como nosotros, y vean las cosas como nosotros.

Pero el Señor nos ha creado de manera única. Nos dio personalidades y dones distintos para servirle en áreas específicas.[ix]

Dios tiene un propósito distinto para cada uno de nosotros. Contribuímos de manera única ya que Dios nos dio dones y personalidades y cualidades diferentes, para así poder aportar algo especial.

Como escribió el apóstol Pedro en 1 Pedro 4:10:

“Cada uno, según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.”

Vemos las cosas de manera distinta porque Dios nos creó así, y luego nos mueve hacia un servicio igualmente diverso, que Él preparó de antemano para que lo llevemos a cabo.

Me gusta usar esta ilustración para explicarlo: imagina que después de la reunion, perparamos el salón para almorzar juntos. Estamos en la fila esperando servirnos el plato, y una mujer, al intentar sentarse, tropieza con una silla y cae al suelo, derramando toda su comida.

La persona con el don de misericordia irá de inmediato, se sentará junto a ella, la ayudará a limpiarse y le dirá: “Lamento mucho que esto te haya pasado. Me quedaré contigo hasta que te sientas mejor.”

La persona con el don de administración probablemente la ignore mientras observa cómo deberían acomodar mejor las sillas para evitar ese tipo de accidentes.

La persona con el don de enseñanza dirá: “Muy bien, escuchen todos. Hay tres razones por las que a ella se le cayó la comida, y quiero que las apunten para evitar que suceda nuevamente.”

La persona con el don de generosidad estará esperando para darle su plato de comida.

Y la persona con el don de servicio… bueno, esa ya no está allí, porque se fue a buscar un balde y un trapeador para limpiar todo.

Así es como Dios los creó: para ver el mismo evento y pensar de maneras totalmente distintas sobre lo que se necesita hacer.

Pero si la carne domina ese don, la persona con el don de misericordia empezará a preguntarse por qué nadie más parece preocuparse por las personas; la que tiene el don de generosidad se preguntará por qué nunca logra comer su comida; la que tiene el don de enseñanza se frustrará porque nadie está tomando notas; y la que tiene el don de servicio se quejará todo el camino hasta el encontrar los implementos de limpieza porque, otra vez, parece ser la única persona que se ofrece para limpiar el desastre.

Aquí hay un principio que debemos aprender: nuestro servicio a los demás y al Señor puede arruinarse fácilmente si lo hacemos con un espíritu equivocado.[x]

Y en este momento, ese es el caso de Marta: “Señor, hay cosas por hacer; haz que María vea lo mismo que yo veo… y que reaccione como yo reacciono.”

Ahora bien, al leer la queja en el idioma original, podemos notar que Marta esperaba una respuesta afirmativa del Señor. Anticipaba que Jesús le diría algo así como: “Sí, claro que me importa, así que María, vuelve y ayuda a tu hermana.”[xi]

Pero en lugar de eso, el Señor le responde con lo siguiente. Y esto nos lleva a la tercera escena, que llamaremos:

La instrucción

Versículo 41:

“Pero el Señor le respondió: ‘Marta, Marta, estás preocupada y turbada con muchas cosas, pero una sola cosa es necesaria.’” Lucas 10:41–42a

Una sola cosa importa más que muchas otras. Preste atención: el problema de Marta no era que lo que estaba haciendo no tenía valor, sino que se enfocó en algo que no importaba tanto como otra cosa en ese momento.

Jesús no le está diciendo: “Todo lo que has hecho no tiene valor.” Más bien le está diciendo: “Todo eso que has estado haciendo te está distrayendo de algo más importante que deberías estar haciendo ahora.”

Hay un equilibrio entre trabajar y adorar. El problema no era su actividad… era su prioridad.

Querido oyente, siempre habrá mil responsabilidades intentando alejarlo de su relación con Dios. Eso es lo que demostró Marta aquí. Sus preparativos para la reunión terminaron eclipsando el propósito de la reunión.

No se trataba solo de la comida que ella estaba preparando—por útil y deliciosa que fuera—, sino de la comida que Jesús estaba sirviendo en ese preciso momento… a través de sus palabras.

Aunque esta situacion habrá sido bastante incómoda para Marta, el hecho de que haya quedado registrada en el evangelio de Lucas es significativo. Está allí porque el Señor sabía que todos nosotros libramos esa misma lucha interna en nuestro corazón y mente.

Es una lucha constante, como escribió un autor, “entre sentarnos con Cristo y servir a Cristo.”

Es el equilibrio entre nuestras responsabilidades… y nuestra relación con Él.

Es muy fácil ocuparnos con cosas para Cristo, y olvidarnos de estar ocupados con Cristo.[xii]

Note lo que Jesús dice a continuación en el versículo 42:

María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada. Lucas 10:42b

Es interesante que Jesús hace aquí un juego de palabras. La palabra “parte” es la misma que se usaba para referirse a una porción de comida (como en Génesis 43:34 o Deuteronomio 18:8 en la Septuaginta).[xiii]

Marta, tú necesitas saber que mientras tú estabas enfocada en la comida del cuerpo, María también estaba enfocada en una comida… pero en una muy distinta. Y el alimento que Yo estoy ofreciendo hoy es uno que sostiene el alma… uno que perdura para siempre.

No se nos dice qué ocurrió después, pero tenemos buenas razones para creer que Marta fue conmovida por la tierna corrección e invitación del Señor, y que se sentó junto a su hermana para recibir esa comida—la Palabra—de parte de su Señor.

¿Aprendió Marta a servirle con gozo? ¿Aprendió, a partir de este momento, a servirle sin esperar que otros lo hicieran del mismo modo?

Tenemos una pista de que sí lo hizo. De hecho, la última vez que Jesús visitó su hogar, el evangelio de Juan registra que Jesús llegó acompañado de sus doce discípulos; esta vez también estaba Lázaro con sus dos hermanas. Eran dieciséis personas para la cena. Juan escribe:

“Le hicieron allí una cena; Marta servía… Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, que era muy costoso, ungió los pies de Jesús.” Juan 12:2–3a

Marta seguía siendo Marta, y María seguía siendo María. Eran diferentes, únicas… ambas sirvieron con amor, haciendo aportes valiosos a la vida y ministerio del Señor. Y en ese texto, Marta no expresó ni una sola queja.

Cuando el trabajo y la adoración están equilibrados, el resultado es un espíritu lleno de gozo. Le serviremos con alegría (Salmo 100:2), en la forma en que Él nos creó, con los dones que nos dio, y en respuesta a las necesidades que vemos y anhelamos suplir.

Sirva al Señor con alegría.

Charles Wesley, el autor de himnos, escribió una canción inspirada en esta escena, llamando al equilibrio y combinando lo mejor del servicio de Marta con la devoción de María:

Fiel a los mandatos del Señor,
escogeré la parte mejor:
Como Marta, servir con pasión,
y como María, escuchar con el corazón
.[xiv]

Que el Señor nos ayude a vivir con esta sabiduría. Que no nos dejemos arrastrar por tantas responsabilidades al punto de perdernos lo más importante. Que aprendamos a servirle con gozo, sin compararnos con otros, y a sentarnos cada día a sus pies, con un corazón dispuesto a escuchar al Señor.


[i] Philip Yancey, The Jesus I Never Knew (Zondervan, 1995)

[ii] Charles R. Swindoll, Insights on Luke (Zondervan, 2012), p. 282

[iii] Bruce B. Barton, Life Application Bible Commentary: Luke (Tyndale House, 1997), p. 286

[iv] Clinton E. Arnold, general ed: Zondervan Illustrated Bible Backgrounds Commentary: Volume 1 (Zondervan, 2002), p. 417

[v] Swindoll, p. 283

[vi] Edwin M. Yamauchi & Marvin R. Wilson, Dictionary of Daily Life in Biblical & Post-Biblical Antiquity (Hendrickson, 2017), p. 719

[vii] Adapted from G. Campbell Morgan, The Great Physician (Fleming H. Revell Company, 1937), p. 226

[viii] David E. Garland, Zondervan Exegetical Commentary on the New Testament: Luke (Zondervan, 2011), p. 453

[ix] Warren W. Wiersbe, Be Compassionate: Luke 1-13 (Victor Books, 1988), p. 118

[x] John Phillips, Exploring Luke (Kregel, 2005), p. 162

[xi] Darrell L. Bock, Luke: Volume 2 (Baker Academic, 1996), p. 1041

[xii] J. Dwight Pentecost, The Words and Works of Jesus Christ (Zondervan Academic, 1981), p. 303

[xiii] Garland, p. 454

[xiv] Adapted from Wiersbe, p. 118

Este contenido es una adaptación autorizada del ministerio Sabiduría Internacional, bajo la enseñanza original de Stephen Davey. Todos los derechos del contenido original están reservados a su autor.


Puede compartir o reproducir este material libremente solo con fines no comerciales, citando adecuadamente al autor y al ministerio. Queda prohibida su venta, modificación con fines lucrativos o redistribución sin permiso escrito.

Hemos procurado citar debidamente todos los recursos externos utilizados en cada lección. Las citas bíblicas provienen principalmente de la versión Reina-Valera 1960 y de la Nueva Biblia de las Américas (NBLA), aunque en algunos casos se emplean otras versiones de la Biblia para facilitar la comprensión del pasaje.
Reina-Valera 1960® © 1960 Sociedad Bíblica Trinitaria. Usada con permiso. Todos los derechos reservados.
La Nueva Biblia de las Américas (NBLA) © 2019 por The Lockman Foundation. Usada con permiso. Todos los derechos reservados.

Adaptado y publicado por el ministerio Sabiduría Internacional.

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