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Tres maneras de ser agradecidos en una cultura sin gratitud

En este artículo exploramos por qué la gratitud es una marca indispensable del carácter cristiano. Mientras una cultura en decadencia se vuelve cada vez más ingrata, la Escritura nos llama a cultivar un corazón agradecido en toda circunstancia. A la luz de pasajes como Filipenses 4 y 1 Timoteo 4, consideramos tres prácticas sencillas que nos ayudan a desarrollar una gratitud profunda, real y centrada en la gracia de Dios.

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Uno de los rasgos de una sociedad en decadencia es la falta de gratitud. Esto tiene sentido, ya que dar gracias es reconocer la dignidad de Dios y Su bondad. Por lo tanto, quienes rechazan a Dios se caracterizan por negarse a darle gracias (cf. Ro 1:21).

En contraste con los incrédulos ingratos, los cristianos deben caracterizarse por vivir con un corazón agradecido en todo momento (Fil 4:6; 1 Ti 4:4). Así que, en honor al Día de Acción de Gracias en los Estados Unidos donde vivo, quisiera compartir algunas formas prácticas de cultivar un corazón agradecido en esta temporada.

Aquí hay tres maneras sencillas de estimular la gratitud en el corazón:

1. Enfocarse en lo que realmente merece

Este debe ser el recordatorio más grande para los cristianos. Como creyentes, recibimos algo llamado gracia. Lo que merecemos es el infierno y la condenación eterna. No merecemos nada bueno, solamente juicio por habernos rebelado contra el Creador. Por eso, ¡cuánto más debemos dar gracias al darnos cuenta de que no estamos recibiendo lo que merecemos!

Cuando se pone la mirada en lo que realmente se debería recibir, la perspectiva cambia.

  • El cristiano inmaduro dice: “¡Merezco algo mejor!”
  • El cristiano maduro dice: “Merezco algo mucho peor.”

2. Enfocarse en lo que ya tiene, no en lo que falta

En otras palabras, se trata de contentamiento. Cuando se ponen los ojos en las bendiciones que Dios ya ha dado, se evita caer en el síndrome de “quiero eso”. ¡Dios nos ha dado tanto! Basta con observar lo que ya tenemos y agradecerle por esas bendiciones inmerecidas (véase el primer punto).

  • El cristiano inmaduro dice: “¿Por qué no tengo más?”
  • El cristiano maduro dice: “¿Por qué tengo tanto?”

Además, el cristiano maduro reconoce con humildad que todo lo que posee viene directamente de Dios (cf. Stg 1:17). Como dijo Pablo: “¿Qué tienes que no hayas recibido?” (1 Co 4:7). Hay miles de razones para enfocarse en los regalos que Dios ya nos ha dado.

3. Enfocarse en ser generoso, no en recibir

Este principio es profundo y transformador. Jesús mismo dijo: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hch 20:35). Cuando dejamos de mirarnos a nosotros mismos y nos enfocamos en dar, ocurre un cambio en el corazón. Encontrar gozo en servir a otros no solo llena de satisfacción, sino que también da un gozo difícil de arrebatar.

Es imposible ser egocéntrico cuando se está dando a otros. Paradójicamente, al dar, surge gratitud por la oportunidad de compartir, y esas oportunidades se convierten en las mayores bendiciones de la vida. Por lo tanto, si se está luchando por ser agradecido, lo mejor es entrenar el corazón a disfrutar más del dar que del recibir.

  • El cristiano inmaduro pregunta: “¿Qué puedo obtener?”
  • El cristiano maduro pregunta: “¿Qué puedo dar?”

Los cristianos debemos comprender la importancia de ser conocidos como personas agradecidas. No solo porque existen mandamientos específicos para dar gracias, sino también porque hay ejemplos positivos y negativos que muestran lo crucial que es vivir con gratitud. Basta recordar a la generación del Éxodo, que vagó 40 años en el desierto. Esa generación se caracterizó por quejarse y murmurar, y eso les costó la vida.

La meta debe ser practicar la gratitud, no solo en el Día de Acción de Gracias, sino cada día. Ese es nuestro deber como cristianos. Y oro para que juntos demos gracias a nuestro Señor por tantas cosas maravillosas que Él nos ha dado.

¡Feliz día de acción de gracias, y gloria sea al Padre de las luces!

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