El teólogo Will Varner publicó recientemente en Enfoque a la Familia que, aunque a menudo pensamos en la primera noche de Navidad como una velada hermosa y tranquila, ¡probablemente fue todo lo contrario!
Varner señala que, aunque solemos visualizar a los ángeles como mensajeros de paz y buenas noticias, ¡con frecuencia los ángeles aparecían simbólicamente reunidos para la guerra!
El primer punto a considerar es nuestra imagen mental de los ángeles. La palabra bíblica querubines ha terminado evocando imágenes de criaturas gorditas y tiernas destinadas a enternecer nuestros corazones. Pero tales imágenes son ajenas a la descripción bíblica de los seres angelicales. El segundo punto es el término hebreo tsavá, usado a menudo para describir a un grupo de ángeles y traducido como hueste. Sin embargo, tsavá se entiende mejor como un término militar, y en hebreo moderno significa ejército.
Lucas se refiere a estos ángeles con la palabra griega stratiá, que traduce ese tsavá hebreo (“ejército”) en el Antiguo Testamento griego. La Nueva Biblia de las Américas lo traduce bien: “Y de repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales (stratiá), alabando a Dios” (Lucas 2:13, NBLA).
El griego clásico usa esta palabra para un ejército o grupo de soldados. En la Septuaginta se usa diecinueve veces para ejércitos humanos, a menudo para los ejércitos de Israel (Números 10:28; Deuteronomio 20:9; 2 Samuel 3:23; 18:16). Los otros nueve usos de stratiá se refieren a “huestes” inmateriales, como en Lucas 2:13. En estos casos, todos están vinculados a la palabra “celestial”. A veces la “hueste” puede referirse a las estrellas (2 Crónicas 33:3, 5). En al menos dos de esos versículos, la “hueste de los cielos” se refiere a seres espirituales que están del lado del Señor en la batalla (1 Reyes 22:19; Nehemías 9:6). Jueces 5:20 describe a las estrellas luchando contra Sísara, refiriéndose claramente a seres espirituales que pelearon por el pueblo de Dios contra probabilidades humanas abrumadoras.
Varner también señala que, aunque solemos pensar en la primera venida de Jesús como un tiempo de paz, debemos recordar que Jesús también vino a librar guerra. Incluso la frase “Paz en la tierra, buena voluntad para con los hombres” quizá tiene un sentido diferente al que solemos imaginar.
¿Qué decir de la expresión sin verbo, “Paz en la tierra, buena voluntad para con los hombres”? No es una proclamación, sino más bien un deseo, como ocurre en muchas cartas del NT: “Que la gracia y la paz sean con ustedes.” Una mejor traducción de los manuscritos griegos más antiguos es: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace” (Lucas 2:14, NBLA). Esto se refiere al beneplácito divino que descansa sobre aquellos que han aceptado Su gobierno y han dejado de luchar contra Él. La misma palabra la usó Jesús en Lucas 10:21: “Sí, Padre, porque así fue de Tu agrado.” La paz de Lucas 2:14 no es una oración para que se bajen las armas, sino un anhelo de que el pueblo de Dios experimente el verdadero shalom (paz) en su relación con Él. Esa paz es para quienes descansan bajo Su favor y tienen “paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1, NBLA). Ese es el mensaje de aquella “noche no tan pacífica” que necesita proclamarse con fuerza en nuestro mundo actual.
Como nos recuerda la publicación de Varner, la historia de la Navidad tiene múltiples dimensiones que debemos considerar. Puedes leer su artículo original en inglés completo aquí.
¡Feliz navidad!












