A veces pensamos que orar es solo para grandes asuntos espirituales, pero Jesús nos enseñó que podemos pedir a Dios lo más básico: nuestro pan de cada día. Con estas palabras, nos llama a vivir en dependencia diaria de nuestro Padre celestial, reconociendo que Él se interesa tanto por lo eterno como por lo cotidiano. En este mensaje, veremos cómo esta sencilla petición confronta cuatro áreas de nuestra vida: la ansiedad, la arrogancia, la independencia y la ingratitud. Descubramos juntos cómo orar de esta manera no solo nos acerca más a Dios, sino que transforma nuestra forma de enfrentar cada día.