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Cómo prepararte para servir a Jesús

¿Alguna vez te has sentido incapaz de servir a Dios? Tal vez piensas que necesitas más experiencia o recursos antes de comenzar. Pero en Lucas 9, vemos cómo Jesús preparó a sus discípulos con una lista sencilla pero profunda: siete principios que no solo los equiparon para su primer envío, sino que siguen vigentes para nosotros hoy. En este estudio aprenderemos que el Señor no solo llama, también forma, capacita y acompaña en el camino. Acompáñanos y sigue preparándote para servir con fidelidad y humildad.

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Introducción

Llegamos a una nueva etapa en nuestro estudio del evangelio de Lucas, y con ello, a una fase nueva en el ministerio de Jesús. Está comenzando su tercer año de ministerio terrenal.[i]

Y este es un momento particularmente importante: los doce discípulos reciben su primera misión oficial. El evangelio de Mateo añade que fueron enviados inicialmente a las ovejas perdidas de la casa de Israel. El mensaje era el siguiente: el Rey había llegado. Lamentablemente, Israel no creería ese mensaje, y más adelante el evangelio se anunciaría a todas las naciones.[ii]

Hasta este punto, los discípulos habían estado en el aula aprendiendo de Jesús; habían estado en la sala de observación, mirando cómo Él obraba. Pero ahora, en el capítulo 9, ocurre un giro que seguramente los tomó por sorpresa: Jesús los lanza al escenario… los pone en el centro de atención.

Según el evangelio de Marcos, Jesús los envía de dos en dos. Es una especie de viaje misionero a corto plazo que duraría unas semanas. Y este relato transmite un sentido de urgencia. Note lo que dice Lucas 9:1-2:

Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos.

Antes de enviarlos, Jesús les da una especie de lista de preparación, algo así como un manual práctico para esta misión.

He dividido este pasaje en siete enseñanzas clave. Fueron instrucciones inmediatas para los discípulos, pero también tienen implicaciones prácticas para nosotros hoy. Podríamos expresar la primera así:

No olvides que, sin Cristo, no puedes hacer nada

Si volvemos al versículo 1, queda claro que todo lo que los discípulos iban a necesitar provenía de una fuente externa: Jesús mismo.

Él les dio autoridad y poder. Les otorgó sus credenciales mesiánicas—su sello de autoridad como Rey—y en caso de que alguien no creyera en sus credenciales, también les dio poder: poder para enfrentar demonios y sanar enfermedades. Es decir, les dio el poder para revertir la maldición del pecado, lo que es una muestra anticipada de la restauración completa que solo el Rey puede traer en su reino.

Esa autoridad y ese poder iban a validar el mensaje que anunciarían, y también confirmarían que ellos eran verdaderos mensajeros del Rey. Pero no lo olvide: todo provenía de Cristo. Como Jesús mismo dijo: 

Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5).

Esta imagen de la vid y los pámpanos es poderosa. El Señor indica que la capacidad para dar fruto para él depende completamente de permanecer conectados al Señor. Y lo mismo ocurre con nosotros hoy. No importa cuán preparados estemos o cuánta experiencia tengamos: si no estamos conectados a Cristo, dejamos de ser útiles en su obra.

Y esa verdad es, a su vez, una promesa alentadora: todo lo que usted necesita para vivir para Cristo, para cumplir su llamado – todo lo que necesita para correr la carrera de la fe ya le ha sido provisto por medio del Señor.

El segundo principio que encontramos en esta lista es el siguiente:

No intentes ser original

En otras palabras: no inventes tu propio mensaje; mantente fiel. Observe nuevamente el versículo 2:

“Y los envió a predicar el reino de Dios.” (Lucas 9:2)

Y luego, en el versículo 6 se nos dice:

“Y saliendo, pasaban por todas las aldeas, anunciando el evangelio.” (Lucas 9:6)

Anunciar el reino de Dios era predicar el evangelio. Ese era el mensaje que debían proclamar: el Rey ha llegado; arrepiéntanse, crean, ríndanse a su autoridad.

Los discípulos no tenían que crear un mensaje nuevo. De hecho, estos predicadores apostólicos originales no eran originales en absoluto.

La palabra usada aquí para “predicar” describe la labor de un heraldo en tiempos antiguos. Este llegaba a la plaza del pueblo con un pergamino en la mano y proclamaba en voz alta el mensaje oficial del rey. No era su opinión, no eran sus ideas… simplemente leía en voz alta lo que se le había encargado anunciar.[iii]

Los discípulos, aunque ahora estaban en el centro del escenario, bajo los reflectores, no debían olvidar que eran mensajeros, no autores. Y lo mismo se aplica a nosotros hoy. Los predicadores y maestros fieles no se inventan el mensaje, solo transmiten el mensaje del Rey.

La autoridad del mensajero no radica en su carisma, creatividad o estilo. Radica en el origen del mensaje. Lo que hace poderosa la proclamación del evangelio no es cómo lo decimos, sino que lo que decimos es verdad. Por eso Pablo le dijo a Timoteo: “Predica la palabra… porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina” (2 Timoteo 4:2–3). En tiempos donde la novedad parece más atractiva que la verdad, el llamado sigue siendo el mismo: predica la palabra. Tal como fue dada. 

Así que no intente ser original. Sea fiel. Acepte con humildad el rol de heraldo del Rey.

No confíes en lo que puedas empacar

Ahora, en tercer lugar, Jesús les dice algo que seguramente sorprendió a más de uno:

“Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas.” (Lucas 9:3)

Me imagino a Natanael levantando la mano desde el fondo y diciendo: “Señor, ¿podrías repetir eso? ¿Dijiste que no llevemos nada?”

“Así es, no empaquen nada para el camino. Y si la palabra “nada” les parece demasiado general, permítanme definírselo”

  • No lleven bordón — lo más probable es que se refiera a no llevar un bastón adicional. Normalmente, se usaba uno para caminar y protegerse.
  • No lleven alforja — una palabra que puede referirse a la bolsa del mendigo o una especie de mochila de viaje.[iv]
  • Tambien les dice que no lleven pan, ni dinero, ni una segunda túnica — es decir, una muda de ropa

¿Qué está haciendo Jesús aquí? Les está diciendo que deben viajar livianos y así depender completamente de Dios. Este viaje misionero de cuatro a seis semanas sería una experiencia diseñada para ejercitar su fe.[v]

Jesús quería que aprendieran una lección invaluable: cuando Dios te envía, también te provee… incluso si lo hace en el último momento.

Dios no te envía para luego abandonarte. 

Ahora bien, no lo malinterprete. Jesús no está diciendo que nunca debe planificar, que simplemente salga improvisando y que sea lo que Dios quiera. [vi]

Más adelante, en Lucas 22, los discípulos sí podrán llevar dinero, bastón e incluso espada. Pero en esta misión inicial, el Señor quiere marcarles profundamente el sentido de urgencia y, sobre todo, un sentido de dependencia. 

El Señor les va a enseñar que no todo se puede prever ni preparar para todo lo que puedan necesitar. Había momentos en que lo único que podían hacer… era confiar en Él.[vii]

Y vaya que esta experiencia los marcó. Más adelante, Jesús les preguntaría:

“¿Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin calzado, os faltó algo?” Y ellos dijeron: “Nada.” (Lucas 22:35)

No les faltó nada. 

Ellos nunca olvidaron esta primera misión. El Señor les estaba enseñando a confiar… y esa confianza los acompañaría en cada nuevo desafío.

Ahora el Señor añade otro elemento a su lista de instrucciones:

No seas interesado

Jesús dice en Lucas 9, versículo 4:

“Y en cualquier casa donde entréis, quedaos allí, y de allí salid.” (Lucas 9:4)

El evangelio de Mateo lo clarifica un poco más. En Mateo 10:11 leemos:

“Mas en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos quién en ella sea digno, y posad allí hasta que salgáis.”

La idea de alguien “digno” se refiere a una persona que reciba el mensaje del Rey. Si alguien cree en el evangelio que están predicando y les ofrece hospedaje, acéptenlo.

Pero aquí viene la advertencia: no cambien de casa si alguien más ofrece un mejor lugar. Quizá al principio duermen en el suelo, pero luego otra familia cree el mensaje y ellos tienen una habitación de huéspedes con aire acondicionado y jacuzzi. No se muden.

O quizás, el chef del pueblo se convierte y los invita a quedarse con su familia. Han estado comiendo lo mismo todos los días en la primera casa porque eso es todo lo que pueden ofrecer. 

¡Que bendición que Dios salvó al cocinero! Me voy para allá.

No tan rápido.

Recuerde: Jesús no les permitió llevar comida. Eso significa que la provisión del Señor vendría directamente a través de su pueblo. Y ese principio sigue vigente hasta hoy. La forma principal en que Dios provee a sus mensajeros, es a través de personas que Dios toca con el mensaje del evangelio.

Pero hay una advertencia importante: no se aprovechen de esas personas. No las traten como peldaños hacia algo más cómodo. No usen la hospitalidad de alguien como un escalón hasta encontrar algo mejor.

Quédate en esa primera casa. No te vuelvas un visitante interesado. Sé agradecido. 

A todo esto, la instrucción del Señor, también toca un tema profundo: el contentamiento. Es fácil convencernos de que merecemos más, solo porque estamos sirviendo al Señor. Pero la fidelidad no siempre se ve recompensada con comodidad. El apóstol Pablo escribió: 

He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación… todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:11, 13). 

En el contexto de este pasaje, “todo lo puedo” significa “puedo pasar necesidad o abundancia, y mantenerme firme”. El contentamiento verdadero no se basa en lo que recibimos, sino en quién nos ha enviado.

Ahora el Señor añade otro punto más a esta lista de instrucciones:

No esperes aplausos de todos

Jesús dice en el versículo 5:

“Y en cualquier ciudad donde no os reciban, salid de allí y sacudid el polvo de vuestros pies como testimonio contra ellos.”(Lucas 9:5)

En otras palabras, prepárense para el rechazo. Van a llegar a algunas aldeas donde nadie creerá su mensaje. Nadie les ofrecerá hospedaje. Nadie aceptará la noticia de que el Rey ha llegado.

De hecho, los van a echar. Así que cuando eso ocurra, sacúdanse el polvo de los pies al salir del lugar.

Este gesto era una señal pública de separación. En esencia, estaban diciendo: “Ni siquiera queremos llevarnos el polvo de este lugar, porque ustedes han rechazado al Rey y están en peligro de enfrentar su juicio.”[viii]

Y fíjese que Jesús no les dice: “Bueno, quizás los rechazaron porque predicaron muy duro… o tal vez no explicaron bien los beneficios del reino… tal vez debieron ser más positivos.” No. Jesús los está preparando, desde el principio, para enfrentar incredulidad y rechazo.

Algunos pueblos los invitarán a cenar; otros, los van a echar a patadas. Y cuando eso suceda, no diluyan el mensaje para que los vuelvan a invitar. No se vayan en silencio ni con vergüenza. Dejen claro que han rechazado la invitación del Rey… y que eso los coloca bajo el juicio de Dios. Querido oyente, cuando entrega el evangelio de verdad, no espere aplausos o una ovación.

J.C. Ryle, comentó este pasaje hace más de un siglo, y escribió:

“Todo ministro, misionero, evangelista o maestro de Biblia haría bien en tomar en serio estas instrucciones del Señor. No deben desanimarse si su labor parece en vano. Deben recordar que Jesús les advirtió claramente a los primeros predicadores que envió que no todos creerían. Así que trabajemos con paciencia, sembrando la semilla sin desmayar. Nuestro deber es sembrar. Los resultados pertenecen a Dios.”[ix]

Ahora bien, ¿qué pasa cuando los resultados son maravillosos? ¿Qué sucede cuando el impacto del ministerio es evidente, visible… incluso impresionante?

Permítame agregar el sexto elemento de esta lista:

No te dejes distraer por el éxito

Note el versículo 7:

“Oyó Herodes el tetrarca todas las cosas que hacía Jesús; y estaba perplejo, porque decían algunos: Juan ha resucitado de los muertos; otros: Elías ha aparecido; y otros: algún profeta de los antiguos ha resucitado. Y dijo Herodes: A Juan yo le hice decapitar; ¿quién, pues, es este de quien oigo tales cosas? Y procuraba verle.” (Lucas 9:7–9)

Eso significa que estaba intentando repetidamente tener una audiencia con Jesús.[x] Es decir, que probablemente envió mensajeros, trató de organizar una visita, quizás incluso quiso que los discípulos fueran a su palacio.

En este punto, Herodes habría desplegado la alfombra roja para recibir a los doce. Estaba ansioso por ver en persona su poder milagroso. ¡Vaya contraste con que los saquen corriendo de un pueblo por predicar! 

No todas las pruebas llegan en forma de oposición. A veces, el peligro se presenta envuelto en reconocimiento, puertas abiertas y buenos resultados. El éxito puede convertirse en una distracción espiritual si no se maneja con humildad.

Imagínese lo que sería si usted tuviera, por seis semanas, el poder de sanar a toda persona enferma que encontrara. De liberar, con solo una palabra, a quienes están atados por el maligno. Cada persona poseída por demonios es liberada. Cada enfermo terminal, sanado. Cada ciego, con solo tocarlo, comienza a ver.[xi]

Las multitudes se amontonan. Los elogios llueven. Los reporteros quieren entrevistas. Su nombre corre de aldea en aldea. Todo eso puede ser muy emocionante… pero también muy peligroso. Y no es casualidad que, unos meses después, los discípulos comenzaran a discutir entre ellos quién era el más grande. ¿De dónde salió esa idea? Probablemente empezó aquí.

—“¿Viste lo que logré en esa aldea? Sané tres leprosos en una tarde.”

—“Eso no es nada. Yo sané a diez en una hora.”

—“Bah, yo sané a tantos que me dieron la llave de la ciudad.”

—“Eso no es nada… ¡yo prediqué y todo el pueblo se convirtió! Soy el más grande.”

Me recuerda a la historia de un niño que estaba jugando en el patio de su casa. Llevaba puesta su gorra de béisbol, tenía en las manos un bate de plástico y una gran pelota de plástico. Estaba practicando solo, y su mamá lo escuchó decirse en voz alta: “¡Soy el mejor bateador del mundo!”

Lanzó la pelota al aire, le tiró con todas sus fuerzas… y falló por completo. Murmurando dijo: “Strike uno.”

Recogió la pelota, se la lanzó de nuevo, y repitió más fuerte: “¡Soy el mejor bateador del mundo!”

Volvió a fallar. “Strike dos”, dijo algo desanimado.

Pero no se dio por vencido. Recogió la pelota, la lanzó al aire por tercera vez, gritando aún más convencido:
“¡Soy el mejor bateador del mundo!”

Y una vez más… falló.

Se quedó en silencio unos segundos, mirando la pelota en el suelo… y finalmente dijo con una gran sonrisa:

“¡Vaya! ¡Soy el mejor lanzador del mundo!”

El punto es este: el deseo de tener éxito puede ser una de las tentaciones más peligrosas si no se somete al Señor.

Un autor escribió: “La derrota puede quebrantar tu corazón, pero el éxito puede inflar tu cabeza… y ambas cosas pueden ser mortales.”[xii]

Y por eso este último punto en la lista es tan importante para su corazón… y el mío.

No olvides contarle todo a Jesús

Mire lo que sucede al final de su primer viaje en el versículo 10: 

“Vueltos los apóstoles, le contaron todo lo que habían hecho; y tomándolos, se retiró aparte a un lugar desierto de la ciudad llamada Betsaida.” (Lucas 9:10)

Con mucha sabiduría, Jesús aparta un tiempo después de este primer viaje para que descansen y le comenten acerca de sus experiencias.

Sin duda, cada pareja de discípulos había vivido cosas muy distintas:

  • Algunos vieron más frutos que otros.
  • Algunos tuvieron resultados más emocionantes que otros.
  • Algunos enfrentaron sufrimientos más intensos.
  • Algunos presenciaron más conversiones.
  • Otros vivieron sanidades más dramáticas.
  • Algunos fueron rechazados más fuertemente.
  • Algunos comieron mejor que otros.
  • Y algunos fueron tratados con más amabilidad.

¡Qué bondadoso es el Señor! No olvidemos que Jesús ya conocía cada detalle de lo que ellos habían vivido. Aun así, Él quiso escucharlos. Los invitó a contarle todo. Los llevó aparte… y los escuchó mientras le relataban cada experiencia del viaje.

Esta fue también una oportunidad para que Jesús pudiera aconsejarlos, corregirlos si era necesario, afirmarlos, animarlos, enseñarles… y prepararlos para la próxima vez que los enviara.

Conclusión

Este primer viaje misionero de los discípulos fue mucho más que una asignación temporal. Fue una etapa de formación, de dependencia, de pruebas y de propósito. Salieron al escenario como representantes del Rey, y en todo lo que vivieron—desde el llamado hasta el regreso—el Señor nos dejó principios que siguen siendo igual de necesarios para nosotros hoy. Aquí estan nuevamente:

  1. No olvides que, sin Cristo, no puedes hacer nada.
  2. No intentes ser original. Mantente fiel al mensaje.
  3. No confíes en lo que puedas empacar. Viaja liviano y confía en el Señor.
  4. No seas interesado. Las personas no son peldaños que se usan y se dejan.
  5. No esperes aplausos de todos. Prepárate para el rechazo y no diluyas el evangelio.
  6. No te dejes distraer por el éxito. No permitas que se te suba a la cabeza; recuerda que sin Cristo eres nada.
  7. Y finalmente, no olvides contarle todo a Jesús. Él quiere escucharte.

No todos los días como creyente serán iguales. Algunos se sentirán como una batalla cuesta arriba; otros, como una dulce cosecha. Pero cada día es una oportunidad para representar al Rey. Cada conversación, cada decisión, cada paso… forma parte de una misión que es mas grande que nosotros.

Y aunque no lo veas en el momento, cuando caminas en obediencia, Cristo está obrando. Él no te llama a producir resultados, sino a ser fiel. No te llama a impresionar, sino a confiar. No te llama a hacerlo todo, sino a caminar con Él… y contarle todo cuando regreses.

¿Estás viviendo así? ¿O te has acostumbrado a moverte por inercia, sin detenerte a hablar con el Rey que te envió?

Así que tal vez hoy regreses cansado… o tal vez confundido… o quizás emocionado por lo que Dios está haciendo. Sea cual sea el caso, acércate a Jesús. Háblale. Escúchalo. Deja que Él afirme tu llamado y te prepare para lo que viene.

¿Por qué no toma unos minutos ahora para orar? Pídale al Señor que lo ayude a recordar estas verdades, a vivirlas con fidelidad, y a representarlo bien donde Él lo ha colocado. A veces, el acto más espiritual que podemos hacer después de escuchar su Palabra… es quedarnos en silencio y hablar con Él.Y mañana, cuando se ponga de pie, recuerde que no enfrenta un día cualquiera. Es una nueva oportunidad para caminar con propósito, hablar con verdad y vivir con fidelidad. No importa cuán grande sea el reto ni cuán pequeñas se sientan sus fuerzas: Cristo sigue siendo suficiente. Él va delante de usted, le dará lo necesario… y lo usará para reflejar su gloria. 


[i] Zondervan Illustrated Bible Backgrounds Commentary: Volume 1; editor, Clinton E. Arnold (Zondervan, 2002), p. 399. John Phillips, Exploring the Gospel of Luke (Kregel, 2005), p. 142

[ii] Adapted from J. Dwight Pentecost, The Words and Works of Jesus Christ (Zondervan, 1981), p.193

[iii] Adapted from Charles R. Swindoll, Insights on Luke (Zondervan, 2012), p. 220

[iv] Zondervan Illustrated Bible Backgrounds Commentary, p. 400

[v] Darrell L. Bock, Luke: Volume 1 (Baker Academic, 1994), p. 816

[vi] Adapted from Swindoll, p. 224

[vii] Adapted from Swindoll, p. 221

[viii] Adapted from Zondervan Illustrated Bible Backgrounds Commentary, p. 400

[ix] Adapted from J.C. Ryle, Expository Thoughts on the Gospels: Luke (Evangelical Press, 1985; originally published, 1879, p. 142

[x] Adapted from Swindoll, p. 222

[xi] Adapted from Seth Davey, Heart to Heart, July 2021, p. 16

[xii] Adapted from Ivor Powell, Luke’s Thrilling Gospel (Kregel, 1965), p. 215

Este contenido es una adaptación autorizada del ministerio Sabiduría Internacional, bajo la enseñanza original de Stephen Davey. Todos los derechos del contenido original están reservados a su autor.


Puede compartir o reproducir este material libremente solo con fines no comerciales, citando adecuadamente al autor y al ministerio. Queda prohibida su venta, modificación con fines lucrativos o redistribución sin permiso escrito.

Hemos procurado citar debidamente todos los recursos externos utilizados en cada lección. Las citas bíblicas provienen principalmente de la versión Reina-Valera 1960 y de la Nueva Biblia de las Américas (NBLA), aunque en algunos casos se emplean otras versiones de la Biblia para facilitar la comprensión del pasaje.
Reina-Valera 1960® © 1960 Sociedad Bíblica Trinitaria. Usada con permiso. Todos los derechos reservados.
La Nueva Biblia de las Américas (NBLA) © 2019 por The Lockman Foundation. Usada con permiso. Todos los derechos reservados.

Adaptado y publicado por el ministerio Sabiduría Internacional.

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