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La oportunidad divina que no puedes desaprovechar

Algunas decisiones marcan el rumbo de nuestra vida para siempre. A veces creemos que necesitamos más evidencias, más pruebas, antes de comprometernos con Dios. Pero la realidad es que ya tenemos delante de nosotros todo lo que necesitamos para confiar en Cristo. En este mensaje veremos cómo Jesús respondió a una multitud que, a pesar de haber presenciado milagros sorprendentes, seguía exigiendo más señales. Esa misma respuesta sigue hablando con claridad hoy, y nos invita a reflexionar sobre la oportunidad divina que tenemos frente a nosotros.

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Introducción

En la mitad de los años setenta, un joven ingeniero llamado Steve Sasson inventó la primera cámara digital del mundo. Desde el momento en que la creó, estuvo convencido de que las posibilidades eran infinitas. Incluso registró la patente a nombre de su empresa. Luego se reunió con sus supervisores y les presentó la idea de un nuevo modelo de negocio basado en su invento. Sin embargo, le rechazaron su propuesta. Le dieron la espalda a la oportunidad.[i]

Hoy en día las cámaras digitales son parte de la vida diaria. Si eres lo suficientemente mayor, recordarás que antes las cámaras típicas eran como una cajita de plástico que ya venía cargada con un rollo. Tomabas unas fotos borrosas y poco nítidas, y luego la llevabas a la tienda. Allí se tardaban meses en revelarlas, y a veces hasta las perdían.

¿Sabes cómo se llamaba la compañía que rechazó la idea de Steve Sasson? Kodak. Hace pocos años tuvieron que salir de la bancarrota, y ahora la mayor parte de lo que producen son baterías para vehículos eléctricos.

Desaprovecharon una gran oportunidad.

Y no fueron los únicos. McDonald’s, en su momento, decidió vender un pequeño restaurante que estaba creciendo, pero que no parecía encajar en su plan de negocios. No creyeron que valiera la pena la inversión, así que lo vendieron. Ese restaurante se llamaba Chipotle.[ii]

El día de hoy, Chipotle es uno de los restaurantes más exitosos de los estados unidos, generando miles de millones de dólares en ingresos al año. No creo que los directivos de McDonald’s estén muy felices al pensar en esa decisión.

Pero, no solo existen corporaciones que pierden grandes oportunidades y mucho dinero. Lo mismo les sucede a las personas.

Hace poco leí un artículo sobre Sean Connery, el famoso actor británico que falleció hace algunos años. ¿Sabías que él rechazó el papel de Gandalf en la trilogía El Señor de los Anillos? Connery leyó los libros de Tolkien, leyó el guion de la película… y aún así lo rechazó. Dijo que no entendía bien la trama. No estaba impresionado.

Pero los productores insistieron. Querían que él fuera Gandalf. Le ofrecieron 30 millones de dólares por hacerlo, y se negó. Luego le ofrecieron algo todavía más impresionante: el 15 por ciento de lo que la película recaudara en taquilla. Hoy, esa cifra valdría alrededor de quinientos millones de dólares. Y aun así, Connery dijo que no.[iii]

Él rechazó una gran oportunidad.

Y sabes, una cosa es rechazar una oportunidad y perder dinero. Pero es algo totalmente distinto rechazar una gran oportunidad y perder… ¡la eternidad!

La advertencia de Jesús

Eso es exactamente lo que está ocurriendo en el Evangelio de Lucas. Las multitudes se agolpaban para escuchar a Jesús predicar. Miles de personas capaces de llenar estadios enteros venían a verlo.

Lucas nos cuenta en el capítulo 11, versículo 29:

“Y apiñándose las multitudes, [Jesús] comenzó a decir: Esta generación es mala” (Lucas 11:29a).

¡Qué manera de empezar un sermón! Jesús básicamente les dice: “Ustedes son un montón de pecadores malvados. Su generación entera es mala”.

Esa no es una típica introducción para un sermón o siquiera un discurso normal. Normalmente, la gente que reúne multitudes hace todo lo posible por no espantar a la genete. Pero Jesús no. Él no estaba en campaña para conseguir votos. No repartía papeletas. No buscaba la aprobación del público. Jesús no estaba tratando de ganar un concurso de popularidad; Él estaba entregando una advertencia solemne.

Jesús nunca buscó entretener a la multitud. Lo que buscaba era ofrecerles la mayor oportunidad de sus vidas: llegar a ser sus discípulos.

El problema es que la mayoría seguía sin tomar una decisión. No estaban impresionados. Así que les dice en Lucas 11:29:

“Esta generación es mala; demanda señal…”

En otras palabras: “Quieren que les monte un espectáculo. Quieren más fuegos artificiales. Quieren una garantía de que les conviene creer en mí.”

Lo que es difícil de comprender; porque, para ese momento, el nombre de Jesús ya era conocido en todos lados. Había alimentado multitudes hasta que quedaron satisfechas. Había sanado leprosos, algo que solo Dios podía hacer.[iv]

Jesús interrumpió los funerales a los que asistió levantando al muerto. ¡¿Cuántas veces tenía que hacer eso para que alguien se impresione?!

El Señor realizó miles de milagros. El evangelio de Juan nos dice que, si todo lo que Jesús hizo se hubiera escrito en libros, el mundo entero no podría contenerlos (Juan 21:25). Eso significa que su generación vio mucho más de lo que nosotros encontramos en la Escritura. Y aun así, seguían diciendo: “Queremos otra señal.”

La señal de Jonás

Jesús responde en la segunda parte de Lucas 11:29:

“No se les dará otra señal, sino la señal de Jonás.”

En otras palabras: “No les voy a mostrar algo nuevo; les voy a recordar a alguien. El profeta Jonás.”

El evangelio de Mateo pone el énfasis en que Jonás, después de pasar tres días y tres noches en el vientre del gran pez, salió vivo. Eso señalaba a la resurrección de Cristo, quien también sería sepultado y luego aparecería vivo. Pero Lucas enfoca otro aspecto: la predicación de Jonás a la nación de Nínive.[v]

Jesús continúa diciendo en el versículo 30:

“Porque así como Jonás fue señal a los ninivitas, también lo será el Hijo del Hombre a esta generación… Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación y la condenarán, porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás; y he aquí más que Jonás en este lugar” (Lucas 11:30, 32).

El énfasis aquí, en el relato de Lucas, es que el pueblo debía recibir la Palabra de Dios predicada por un profeta mucho mayor que Jonás.[vi]

Jesús lleva a su audiencia a recordar el mayor avivamiento nacional gentil registrado en toda la historia. Dios llamó a un profeta israelita para entregar un mensaje breve, pero contundente, de advertencia, juicio y también de liberación al pueblo de Nínive.

Eran enemigos de Israel desde hacía siglos. Solo nombrar a Nínive provocaba miedo en cualquier corazón judío. El pueblo asirio de Nínive era idólatra, perverso y brutal. Se jactaban de su crueldad hacia los pueblos derrotados. Presumían de amarrar a prisioneros vivos con cuerdas para poder despellejarlos con mayor facilidad.

En excavaciones arqueológicas se han encontrado inscripciones de un rey asirio alardeando: “Arranqué la piel de los nobles que se rebelaron contra mí; quemé a sus hijos; capturé a muchos soldados vivos y los despedacé.”[vii]

Su costumbre era empalar cautivos en largos postes y prenderles fuego, una práctica que siglos más tarde adoptaría Nerón contra los cristianos: empalarlos, cubrirlos con brea y encenderlos como antorchas humanas.

No es de extrañar que Jonás decidiera prácticamente renunciar a ser profeta y escapar hacia Tarsis. Esta ciudad estaba ubicada en la costa de España, considerada en aquel tiempo como el punto más occidental del mundo conocido. O sea, Jonás quería ir tan lejos de Nínive como le fuera posible. Y por eso tampoco sorprende que Jesús sea un profeta mucho mayor que Jonás.

Jonás no quería que aquella gente cruel se salvara. Jesús, en cambio, estuvo dispuesto a morir de una manera cruel para salvarnos.

Jonás predicó durante cuarenta días y ya quería abandonar. Jesús predicó durante tres años y nunca se rindió.

Jonás odiaba a esos pecadores. Jesús murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores.

Al final de su ministerio, Jonás le dijo a Dios: “Yo sabía que tú ibas a tener misericordia de ellos, y por eso no quería predicarles.” Pero al final de su ministerio, Jesús dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.”

“Jonás nunca lloró por Nínive; pero Jesús lloró por Jerusalén.”[viii]

Cristo es, sin duda, el profeta mayor.

Pero déjame decirte algo: Su día de misericordia no será eterno. Jesús se lo aclara a esa multitud: “En el día del juicio, los ninivitas estarán presentes para testificar en contra de ustedes. Ellos se arrepintieron con un profeta menor; ustedes tuvieron a un profeta mayor y se negaron a creer.”

Eso sigue siendo verdad hoy en día. Imagina lo que será estar frente a Dios y que un grupo de antiguos idólatras y adoradores de demonios se levanten para señalarte con el dedo y decir: “Nosotros creímos con menos pruebas de las que tú tuviste. Tú rechazaste al Salvador, aun teniendo tantas evidencias.”

Los ninivitas se arrepintieron con un mensaje breve de un profeta que no quería predicarles. Israel, y quizás también tú hoy, se resiste a creer la Palabra del Hijo de Dios, el Mesías.

Bueno, esto no era lo que aquella enorme multitud esperaba escuchar. Los líderes religiosos, en particular, seguramente se enfurecieron al oír que Jesús decía que los ninivitas entrarían al reino de Dios, ¡pero ellos no! Para ellos, eso era de lo más ofensivo.

Y, sin embargo, el Señor no había terminado de incomodarlos. Ese era apenas su primer punto: Jesús es         un profeta mayor que Jonás. Ahora añade un segundo punto: Él  es un rey mayor que Salomón.

El testimonio de la reina de Sabá

Jesús llama a otro testigo al estrado, alguien que también va a testificar contra la incredulidad de Israel y, de hecho, contra la incredulidad de cualquiera que escuche este mensaje hoy.

Mira lo que dice en Lucas 11:31.

“La reina del Sur se levantará en el juicio con los hombres de esta generación, y los condenará; porque ella vino desde los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí, más que Salomón en este lugar.”

Jesús es el profeta mayor… y ahora declara ser el rey más sabio.

Él lleva a su audiencia a recordar un episodio descrito en 1 Reyes 4. Allí leemos que la sabiduría de Salomón fue un regalo de Dios. Dice:

“Y dio Dios a Salomón sabiduría y prudencia muy grandes, y anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar; era mayor la sabiduría de Salomón que la de todos los orientales, y que toda la sabiduría de los egipcios” (1 Reyes 4:29-30).

En ese tiempo, Egipto tenía el sistema universitario más prestigioso del mundo antiguo. Era el centro del saber, de la escritura y de la investigación. Allí se encontraban las bibliotecas más avanzadas de la época.

Y aun así, la sabiduría de Salomón superaba toda esa erudición. Sin duda, Dios lo había dotado de una memoria prodigiosa y de un apetito insaciable por aprender. Además, tenía los recursos para financiar sus investigaciones. Si lo calculamos en términos actuales, su salario equivaldría a unos doscientos millones de dólares al año. Salomón fue el primer gran multimillonario de la historia… ¡y además uno brillante!

El texto de 1 Reyes 4 nos dice que escribió tres mil proverbios y compuso mil cinco cánticos. Dios decidió preservar en la Escritura solo unos ochocientos de esos proverbios, y de sus canciones, apenas tenemos una media docena.

El versículo 33 añade:

“Disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared” (1 Reyes 4:33a).

Esta expresión muestra que su conocimiento sobre la botánica cubría todo el espectro, desde el árbol más majestuoso hasta la planta más común.

El versículo sigue diciendo:

“Asimismo disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces. Y venían de todos los pueblos para oír la sabiduría de Salomón” (1 Reyes 4:33-34a).

Salomón tenía habilidades de observación extraordinarias. La Biblia muestra que dominaba los campos de la biología, la botánica, la ornitología, la astronomía, la geometría, la música, la arquitectura y la ingeniería. Construyó estanques, jardines, parques, palacios y, por supuesto, el templo de oro en Jerusalén, para la gloria de Dios.

Por un tiempo en su vida —quizás varias décadas— dignatarios de todo el mundo viajaron para sentarse a sus pies y escuchar sus conferencias.

Jesús destaca un evento en particular de la vida de Salomón: la visita de una persona inesperada, la reina del Sur, conocida también como la reina de Sabá.

Ella había escuchado los informes sobre la sabiduría de Salomón, pero seguía siendo escéptica. Dudaba que alguien pudiera ser tan rico, tan sabio y tan perspicaz al mismo tiempo. Así que emprendió un viaje de más de 1.500 kilómetros, desde la región de Etiopía hasta Jerusalén, con el propósito de comprobarlo por sí misma.

En 1 Reyes 10:1 se nos dice:

“Oyendo la reina de Sabá la fama que Salomón había alcanzado por el nombre de Jehová, vino a probarle con preguntas difíciles.”

No pases por alto la conexión. Eso era exactamente lo que los líderes judíos estaban haciendo con Jesús: estaban probándolo con preguntas difíciles, intentando ponerlo a prueba.[ix]

Pero Jesús es un Rey mucho más sabio que Salomón. A diferencia de él, nunca se desvió de la verdad, nunca dejó de cumplir la voluntad de Su Padre, nunca se distrajo con las riquezas o con los placeres de este mundo. Y, a diferencia del reinado de Salomón, Su reino no es pasajero… es eterno.

Ahora bien, en 1 Reyes 10 se describe la visita de esta reina de esta manera. Mira lo que dice el versículo 2:

“Y vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, y oro en gran abundancia, y piedras preciosas. Y cuando vino a Salomón, le expuso todo lo que en su corazón tenía. Y Salomón le contestó todas sus preguntas, y nada hubo que el rey no le contestase. Y cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón… ya no quedó más aliento en ella. Entonces dijo al rey: Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría; pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad” (1 Reyes 10:2-7a).

Los eruditos bíblicos se han preguntado si las palabras que pronunció más tarde la reina de Sabá fueron en realidad una confesión de fe en el Dios vivo y verdadero.  Pues bien, según la declaración de Jesús en Lucas 11, no hay razón para dudarlo. Jesús le dice a esta enorme multitud —compuesta en su mayoría por judíos— que en el día final del juicio Él llamará a dos testigos al estrado: los ninivitas y la reina de Sabá.

¿Notas el detalle? Ambos testigos que confirman la gloria y la sabiduría del Mesías son gentiles. Estos gentiles reconocieron la oportunidad de sus vidas y la aprovecharon. El pueblo judío, en cambio, tenía frente a sus mismos ojos al Hijo de Dios y lo estaban rechazando.

No hacían falta más señales. No se necesitaban más milagros. Aquellos ninivitas idólatras, adoradores de demonios, se habían vuelto a Dios con muchísima menos evidencia que la que esta multitud estaba recibiendo de labios de Jesús. Y lo mismo sucedió con aquella reina extranjera.

Y, de paso, ellos tenían menos evidencia de la que tú y yo tenemos hoy.

  • Ellos no tenían una Biblia. Tú sí la tienes.
  • Ellos no conocían el relato del nacimiento del Mesías. Tú sí lo conoces.
  • Ellos no contaban con el Evangelio de Lucas que revela su deidad. Tú lo tienes en tus manos.
  • Ellos no tenían testigos de la cruz y la resurrección. Tú sí los tienes registrados en la Escritura.
  • Ellos no tenían creyentes alrededor que testificaran de la verdad de la Palabra de Dios. Tú sí los tienes.
  • Ellos no tenían iglesias, ni escuelas bíblicas, ni recursos a su alcance. Tú sí.
  • Ellos no tenían dos mil años de historia de la iglesia como evidencia del Espíritu de Dios obrando. Tú sí.[x]

¿Qué más necesitas?

Jesús está diciendo: “Si me rechazan a mí —al profeta mayor, al Rey más sabio— entonces no hay nada más que añadir. No hay más pruebas, señales ni prodigios que dar. Rechazarme es cerrar los oidos a la revelación más clara de Dios”[xi]

Si aplicamos este texto a quienes escuchan hoy la voz de Cristo, el mensaje para el incrédulo es claro: no necesitas otra señal, no necesitas más pruebas. Ya tienes Su Palabra. Tienes la palabra del profeta mayor. Tienes la sabiduría del Rey eterno. No rechaces la oportunidad de tu vida: la oportunidad de convertirte en discípulo de Jesucristo. Esa decisión no solo marca tu presente… ¡determina tu destino eterno!

Y para el creyente, el mensaje también es directo: tú tampoco necesitas algo más del Señor. Lo que necesitas ya lo tienes. Tienes Su Palabra. Tenemos todo lo que necesitamos para vivir conforme a lo que ya sabemos. Así que, obedezcamos lo que ya hemos aprendido. Confiemos en Él hoy, mientras lo seguimos cada día.

Conclusión

Quiero cerrar con una ilustración que nos muestra cómo una sola decisión puede marcar una dirección en la vida que sigue dando fruto hasta el día de hoy.

En el siglo pasado, a un joven evangelista se le presentó la oportunidad de dirigir un programa radial muy popular llamado Cánticos en la Noche. Mantener el programa al aire costaba bastante dinero, pero este joven estaba tan convencido de la importancia de predicar el evangelio, que decidió reducir parte de su propio salario para ayudar a pagar los gastos de transmisión.

Económicamente, no tenía mucho sentido. Pero tenía el deseo de predicar el evangelio y sabía que espiritualmente, esta era una gran oportunidad de proclamar el mensaje de Cristo.

Poco después, se acercó a un reconocido cantante de himnos y le pidió que participara en el programa, dirigiendo un coro en vivo durante la transmisión. Al principio, el músico no aceptó. Tenía otras ofertas, una carrera ocupada y no veía cómo encajar algo así en su agenda. Además, no parecía una gran oportunidad.

Sin embargo, después de orar y pensarlo, aceptó el reto. Formó un coro con personas de iglesias cercanas y comenzaron a transmitir juntos. Empezaron con algo pequeño, pero ese sacrificio, esas decisiones iniciales cambiaron el rumbo de sus vidas y de sus ministerios para siempre. Años más tarde, este músico escribió en su autobiografía “Fue el humilde comienzo de un viaje increíble.”

Ese joven evangelista se llamaba Billy Graham, quien con el tiempo predicaría el evangelio a más de 200 millones de personas alrededor del mundo, en estadios, campañas y transmisiones que alcanzaron a toda generación. Y el cantante de himnos era George Beverly Shea, cuya voz profunda y conmovedora acompañó a Graham durante décadas, convirtiéndose en uno de los intérpretes de música cristiana más influyentes del siglo XX.[xii]

Una decisión en la vida. Una oportunidad que parecía pequeña, pero  que produjo frutos eternos.

Y eso nos lleva a reflexionar: ¿qué decisiones estás tomando hoy?

Si aún no has creído en Cristo, no necesitas una señal más. No esperes otra evidencia. Te invito a clamar al Señor, allí mismo donde estás, creyendo que Su Palabra es la verdad. Reconociendo tu pecado y aprovechando esta incomparable oportunidad: recibir a Cristo como tu Salvador y Señor.

Y si ya eres creyente, tampoco necesitas señales. Lo que necesitas es seguir fielmente al Buen Pastor, obedecer lo que ya sabes y caminar con Él hoy. Sea cual sea tu situación: no rechaces la mayor oportunidad de tu vida: sigue a Jesucristo.


[i] Adapted from “The Big Question”, The Atlantic (4/16/14)

[ii] Ibid

[iii] Adapted from Jack Shepherd, “Sean Connery Turned Down the Role” Games Radar (11/5/20)

[iv] Adapted from Charles R. Swindoll, Insights on Luke (Zondervan, 2012), p. 300

[v] Adapted from Zondervan Illustrated Bible Backgrounds Commentary: Volume 1 (Zondervan, 2002), p. 422

[vi] Dale Ralph Davis, Luke: The year of the Lord’s Favor (Christian Focus, 2021), p. 208

[vii] James Bruckner, NIV Application Bible: Jonah, Nahum, Habakkuk, Zephaniah (Zondervan,

2004), p. 28

[viii] John Phillips, Exploring the Gospel of Luke (Kregel, 2005), p. 172

[ix] Adapted from Douglas Sean O’Donnell, Matthew (Crossway, 2013), p. 343

[x] Adapted from Bruce B. Barton, Life Application Bible: Luke (Tyndale, 1997), p. 300

[xi] Adapted from R. Kent Hughes, Luke: Volume 1 (Crossway, 1998), p. 426

[xii] George Beverly Shea with Fred Bauer, Then Sings My Soul (Fleming Revell, 1968)

Este contenido es una adaptación autorizada del ministerio Sabiduría Internacional, bajo la enseñanza original de Stephen Davey. Todos los derechos del contenido original están reservados a su autor.


Puede compartir o reproducir este material libremente solo con fines no comerciales, citando adecuadamente al autor y al ministerio. Queda prohibida su venta, modificación con fines lucrativos o redistribución sin permiso escrito.

Hemos procurado citar debidamente todos los recursos externos utilizados en cada lección. Las citas bíblicas provienen principalmente de la versión Reina-Valera 1960 y de la Nueva Biblia de las Américas (NBLA), aunque en algunos casos se emplean otras versiones de la Biblia para facilitar la comprensión del pasaje.
Reina-Valera 1960® © 1960 Sociedad Bíblica Trinitaria. Usada con permiso. Todos los derechos reservados.
La Nueva Biblia de las Américas (NBLA) © 2019 por The Lockman Foundation. Usada con permiso. Todos los derechos reservados.

Adaptado y publicado por el ministerio Sabiduría Internacional.

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